La revista Condé Nast Traveler elaboró un ranking de los 22 lugares del mundo que no podrían entenderse sin su café, figurando en ella 5 escenarios latinoamericanos conocidos por su amor cafetero. Revisa la lista a continuación!
1- Buenos Aires. Argentina:
Una capital conocida por su cantidad de cafeterías, siendo verdaderamente difícil encontrar una calle donde estas no se hagan presentes, figurando desde grandes cadenas internacionales a pequeños cafés bohemios. La publicación destaca el Café Tortoni, el más antiguo de la ciudad, y el barrio La Boca, con sus coloridas terrazas que permiten disfrutar de un café al ritmo de espectáculos callejeros de tango.
Conocido como el hogar de uno de los mejores cafés del mundo en la especialidad arábiga, siempre servido fuerte y con mucha azúcar. Sus cafetales cercanos, permiten complementar la experiencia con algunos de los paisajes más hermosos de la isla.
3- Cafetales de Colombia:
Uno de los mayores países productores de café en el mundo, una preparación que destaca por sus cualidades suaves y aromáticas, sabores que se complementan con la belleza de los verdes paisajes de cafetales, entre los cuales figuran el Triángulo del Café que pasa por Caldas, Quindío y Risaralda, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
4- Sao Paulo y Río Janeiro. Brasil:
Otro país que sobresale por su calidad del café, con preparaciones conocidas por sus granos muy finos y un sabor que puede resultar un poco amargo. La publicación destaca como las mejores ciudades para disfrutarlo Sao Paulo con su Octavio Café; y Río de Janeiro, con la histórica confitería Colombo, un punto de encuentro para los más cafeteros.
5- Ciudad de México. México:
Conocido como un país productor de cafés aromáticos y de intenso sabor, penetrantes perfumes que se desprenden de los cientos de cafeterías de Ciudad de México, cautivando a cualquier amante del café. La publicación destaca como rincones imperdibles en la capital, el Café Avellaneda, en el barrio antiguo de Coyoacán, el Café Passmar o el Barrio de la Colonia Roma.
Fuente: Condé Nast Traveler