Los cinco valles de la Luna de Latinoamérica, escenarios que parecieran de otro planeta, moldeados a través de milenios por procesos erosivos. Ya sea arena, arcilla, sal, basalto o lava, los componentes que han teñido sus superficies, lo cierto es que todos presentan colores difíciles de ver en otro sitio. ¿Cuál es tú preferido? Coméntanos al final!
1- Valle de la Luna. Atacama, Chile:
Paraje desértico inmerso en los espectaculares escenarios de la Cordillera de la Sal, un interminable valle rodeado de dunas y cerros erosionados, montículos de colores ocres de formas surrealistas y un manto de arena teñido de colores blanquecinos. Su famoso atardecer, cambia totalmente las tonalidades del escenario, revelando una paleta infinita de gradaciones rojizas.
2- Valle de la Luna. San Juan, Argentina:
Parque Nacional declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, hogar de áridos suelos que conservan los rastros y fósiles de dinosaurios que habitaron la zona 230 millones de años atrás. Sumado a su interés paleontológico, el valle cautiva por la singularidad de su paisaje, donde rocas esculpidas por el viento a lo largo de milenios, han adquirido las más variadas formas y gamas de colores, variando entre los tonos rojizos, grises y blancos.
3- Valle de la Luna. Jujuy, Argentina:
Escenario altiplánico inmerso entre volcanes y altas montañas, un valle que deslumbra por sus superficies policromáticas con estratos de color amarillo, anaranjado, rojo, blanco y marrón. Terminan por hacer de este paisaje una postal de otro planeta sus efluvios de lava negra y gris, riscos de basalto, arenales y singulares formaciones rocosas modeladas por la erosión.
4- Valle de la Luna. La Paz, Bolivia:
Si bien no es un valle, sino mas bien una sección de terreno situado en lo alto de una montaña, cuenta con espectaculares formas arcillosas moldeadas por la erosión del viento y la lluvia, con senderos y pasarelas que permiten circular entre verdaderas esculturas naturales que recuerdan cráteres volcánicos y estalagmitas. Una curiosa gradación de colores en la superficie, resultante de la cantidad de minerales presentes en el terreno, terminan por completar el paisaje.
5- Valle de la Luna. Potosí, Bolivia:
En un espectacular escenario de quebradas y cadenas montañosas con altitudes que llegan a los 4000 mt, se emplaza este valle también conocido con el nombre de El Sillar, un impresionante paisaje de rocas desnudas, con curiosas formas de picos y cráteres modeladas en el tiempo por fenómenos erosivos, adoptando colores que cambian entre matices de rojos y ocres.